miércoles, 30 de julio de 2014

¿Qué decía Jesús de sí mismo?

Jesús quiere ser conocido por su mensaje, como mensajero del Reino. Así estará para siempre dentro de nuestro corazón.
 
¿Qué decía Jesús de sí mismo?


¿Qué decía Jesús de sí mismo? ¿Qué conciencia tenía de su personalidad? ¿Cómo se definió con sus palabras y con su modo de vivir y de obrar? En rigor sólo él podía dar la explicación clara y definitiva a la gran pregunta de quién era Jesús.

El mensajero del Reino

Jesús no parece tener gran interés en explicarnos quién es. Su predicación no se centra en la revelación acerca de su propia persona, sino en el anuncio de la buena nueva de la proximidad del reino de Dios. En ningún momento tuvo -como otros taumaturgos- la angustia de explicarse a si mismo y de demostrar quién era. Si algo dice y si algo demuestra, será sobre la marcha, con la más soberana naturalidad, como si en realidad no necesitase demostrar nada.

¿Por qué no se preocupó Jesús de darnos por anticipado respuesta a las preguntas que nosotros juzgamos hoy importantes? ¿Por qué no nos dejó unos profundos razonamientos sobre la Trinidad, la encarnación, la infalibilidad pontificia, la colegialidad de los obispos o muchas otras importantes cuestiones teológicas? Las cosas nos hubieran resultado así mucho más fáciles, o al menos así lo creemos nosotros.

Pero a Jesús no parece preocuparle el facilitar las cosas, casi se diría que, por el contrario, ama el dejarlas claras a medias. Quizá porque la adhesión que él pide no es la misma que damos al matemático que demuestra que dos y dos son cuatro; quizá porque pide un amor y una fe que cuentan con unas bases racionales, pero en ningún modo son la simple consecuencia de un simple silogismo. Jesús enfrenta a los hombres con su persona y se siente tan seguro de si mismo que parece molestarle el hecho de tener que ofrecer, además, signos probatorios. Y esto desde el primer momento en que llama a los primeros apóstoles. Este no centrar su predicación en su persona y el no esforzarse especialmente en mostrar su poder son ya dos datos absolutamente nuevos en el mundo de los grandes líderes de la humanidad.

Sin embargo, al exponer su mensaje, Jesús hablará inevitablemente de si mismo, especialmente cuando tanta relación pone entre la entrada en el Reino y la adhesión a él. Pero, aun cuando hable de sí mismo, lo hará no como una autodefinición personalista, sino como algo que forma parte -y la sustancial- de su mensaje del reino de Dios que llega, que ya ha llegado.

Jesús quiere ser conocido por su mensaje, como mensajero del Reino. Así estará para siempre dentro de nuestro corazón. 

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