martes, 25 de noviembre de 2014

ORÍGENES DEL PENSAMIENTO CRISTIANO


Cristianismo e historia están estrechamente vinculados. Jesús nació, vivió y murió en un tiempo y espacio concretos de la historia humano, y la comunidad de Jesús, la Iglesia, lo mismo. Para entender el camino cristiano, su crecimiento, su teología y su pensamiento en general debemos conocer su historia.

El cristianismo nació en Palestina, y la Iglesia nace y crece en un contexto particular: Judaísmo, Imperio Romano y cultura griega. Los tres le dejaron su impronta: religiosa, filosófica, ritual, jurídica, cultural.

Los primeros cristianos provenían del mundo judío, se sentían judíos, asistían los sábados a la sinagoga. Los apóstoles ejercieron un ministerio itinerante, junto a doctores y profetas, mientras recibían el apoyo de comunidades que poco a poco se fueron organizando hasta que los ministerios carismáticos son sustituidos por jerarquías locales: diáconos, presbíteros, obispos.

También el judeocristianismo, cuyo centro fundamental será Jerusalén, empezará a convivir con los cristianos judíos de cultura griega, dando lugar a las primeras tensiones internas. Pablo se convierte en apóstol de los gentiles, llevando el cristianismo más allá de las fronteras judías.

La primera literatura cristiana es la que tenemos en el canon del Nuevo Testamento: las cartas de Pablo, los Evangelios, etc. Luego aparecen los llamados PADRES APOSTÓLICOS, escritos dirigidos a otros cristianos, obras de la Iglesia en su intimidad, útiles para conocer la vida y el sentir de la primera Iglesia. A continuación vendrán los APOLOGISTAS GRIEGOS: escritores cuyo propósito es defender la fe cristiana ante las falsas acusaciones que provocaban las persecuciones. El más importante de los apologistas es JUSTINO, mártir.

Esta primera etapa de la vida de la Iglesia se conoce como la ERA DE LOS MÁRTIRES, signada por la persecución en diversos momentos. Los primeros conflictos con el estado nacen en época de Nerón.  Hasta el siglo III los cristianos fueron perseguidos periódicamente. Pedro y Pablo bajo Nerón; Ignacio de Antioquía, Policarpo y Justino, en el siglo II; Orígenes fue martirizado en el siglo III. La llamada “gran persecución” tuvo lugar en este siglo, bajo Dioclesiano y Galerio. El Edicto de Tolerancia, y luego el Edicto de Milán (Constantino) fueron el triunfo final del cristianismo.

 Las críticas que los cristianos recibían pueden catalogarse de dos maneras: los rumores populares y las críticas que provenían de las clases cultas. Acusaciones de que las reuniones cristianas acababan en orgías, que se hacían sacrificios humanos, que adoraban un asno crucificado. Por otra parte, se les tenía por gente ignorante, necia, de clases inferiores, discípulos de un malhechor. Fue labor de los llamados APOLOGISTAS refutar estas acusaciones.

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