miércoles, 31 de diciembre de 2014

CADENA DE AMOR



Cadena de amor

La vida es algo misterioso
En la medida que hagamos a los demás, ellos harán con nosotros;
 la vida es un espejo... 





Dicen que un joven iba por carretera en coche, cuando vio a
 una señora de edad avanzada, fuera de un coche parado, al lado 
de la carretera. Llovía fuerte y oscurecía, y al verla necesitada, 
detuvo su coche y se acercó. La señora al verle vestido pobremente
 tuvo miedo, y el joven le dijo: “Estoy aquí para ayudarla, señora,
 no se preocupe. ¿Por qué no entra en el coche que estará mejor? 
Me llamo Renato”. Ella tenía una rueda pinchada y Renato la cambió… 
la mujer le contó que estaba de paso, y que se encontraba perdida en 
aquel lugar, sin saber qué hacer, y no sabía cómo agradecer la preciosa 
ayuda; preguntó qué podía pagarle. Renato respondió: “Si realmente
 quisiera pagarme, la próxima vez que encuentre a alguien que precise 
de ayuda, déle a esa persona la ayuda que ella necesite
 y acuérdese de mí”...

Algunos kilómetros después, la señora se detuvo en un restaurante
 más bien pobre. La camarera era joven, muy amable, le trajo una
 toalla limpia para que secase su cabello y le dirigió una dulce sonrisa...
 estaba con casi ocho meses de embarazo, le notó cierta 
preocupación en su cara, y quedó curiosa en saber cómo olvidaba
 sus problemas para tratar tan bien a una extraña, y le dio pena 
que trabajara hasta tan tarde, en esas condiciones. Entonces se 
acordó de Renato. Después que terminó su comida, se retiró...

Cuando la camarera volvió notó algo escrito en la servilleta, en la
 que había 4 billetes de 500 euros... Leyó entre lágrimas lo que decía:
 - “Tú no me debes nada, yo tengo bastante. Alguien me ayudó hoy 
y de la misma forma te estoy ayudando. Si tú realmente quisieras
 reembolsarme este dinero, no dejes que este círculo de amor termine 
contigo, ayuda a alguien”. Aquella noche, cuando fue a casa, cansada,
 pensaba en el dinero y en lo que la señora dejó escrito... 
¿Cómo pudo esa señora saber cuánto ella y el marido precisaban
 de aquel dinero? Con el bebé que estaba por nacer el próximo mes,
 todo estaba difícil... Quedó pensando en la bendición que había
 recibido, y que últimamente estaba enfadada con su situación y que 
las cosas no iban bien con su marido; cambió su cara y dibujó una
 gran sonrisa... Agradeció a Dios y besó a su marido con un beso suave
 y susurró: -“Todo estará bien: ¡te amo... Renato!”

En la película "Cadena de Favores" vemos esta idea: un niño inicia 
un movimiento que sugiere que alguien haga un favor grande a tres
 personas; cada una de esas tres personas ayudará a otras tres, 
y así sucesivamente, hasta llegar a un nivel donde el incremento geométrico 
de favores y buenas intenciones logren mejorar el lamentable estado
 en el que está el mundo. El niño entonces procede a ayudar a quienes
 más cerca están de el, sin darse cuenta de la extensión de las
 consecuencias que sus actos conllevan. Efectivamente, uno se puede
 dejar contagiar de la agresividad que nos rodea, o puede sembrar
 amabilidad. Uno puede ir a la suya, y construir su destino, o bien 
hacer el bien, y ayudar a todo el que te necesite.

La vida es algo misterioso, y la historia de Renato sería una cursilada
 si no fuera porque experimentamos que en nuestras vidas muchas
 veces es realmente así... en la medida que hagamos a los demás,
 ellos harán con nosotros; la vida es un espejo... ciertas “casualidades”
 nos hacen ver que todo lo que uno da, ¡vuelve a uno! Es como si 
hubiera un espejo que funciona con lo que expresamos; si damos odio 
nos vuelve odio, si lo que damos a los demás es amor, también lo 
recibimos. ¿Siempre? Porque a veces parece que no recibimos lo
 que damos: en realidad lo recibimos siempre, pero de otro modo,
 pues el fruto más importante de nuestras acciones ya ha crecido 
en nuestro interior, aunque fuera no germine aparentemente; aunque
 no siempre se ven los resultados, aún así vale la pena.

La gran estafa de la vida, el engaño, es cuestión de verbos, decía 
S. Tamaro: “Desde el nacimiento nos enseñan que la vida está
 hecha para construir y en cambio no es cierto. No es cierto 
porque aquello que se construye tarde o temprano se derrumba,
 ningún material es tan fuerte como para durar eternamente.
 La vida no está hecha para construir, sino para sembrar.
 En el largo trayecto, desde la hendidura del comienza
 hasta la del final, pasamos y esparcimos la simiente.
 Acaso jamás la veamos nacer, porque, cuando brote, 
nosotros ya no estaremos. No tiene ninguna importancia.
 Importante es dejar tras de sí algo en condiciones 
de germinar y crecer”.

La regla de oro siempre es la del Evangelio: hacer a los
 demás lo que queremos que hagan con nosotros, sabiendo
 que hay más alegría en dar que en recibir.

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