jueves, 26 de noviembre de 2015

Beato Santiago Alberione, camino hacia la santidad





Algunos datos biográficos
Santiago Alberione, hijo de Miguel Alberione y Teresa Alloco. Nació en San Lorenzo di Fossano en 1984 y fue el quinto de siete hijos. Desde pequeño tuvo la inquietud del sacerdocio, la cual lo llevaría a ingresar al seminario de Bra, del que saldría al poco tiempo, ingresando posteriormente al seminario de Alba. Fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1907, en la diócesis de Alba. Murió el 26 de noviembre de 1971, sus últimas palabras fueron: “Paraíso… Paraíso… Paraíso”.

Alberione desde muy temprana edad experimentó la gracia de Dios, pero es a los 16 años donde se percata de ella de manera especial. Durante la noche de cambio de siglo (1900-1901) (AD 13), “siente la necesidad de hacer algo por los hombres del nuevo siglo, utilizando los medios que los adversarios de la fe utilizaban para combatirla”, y es aquí donde podemos decir que comenzó la aventura y gestación de la Familia Paulina, convirtiéndose así en el apóstol de los medios de comunicación social.

Hombre de oración y acción
Para considerar la santidad de Santiago Alberione debemos tener en cuenta que fue un hombre de oración y acción, dispuesto a todo para anunciar el Evangelio a los hombres de hoy con los medios de hoy. Santiago A. fue uno de los fundadores y apóstoles más fecundos y creativos del siglo XX. 
 Del sagrario alimentó su celo por las almas, de él tomó el valor para lanzarse a los nuevos retos
 
Durante su vida supo configurarse con el apóstol Pablo de manera admirable, fue un hombre lleno de celo y ansiedad por salvar a los hombres, llevarlos a la verdad que es Cristo, transitando por un camino nuevo, nunca antes recorrido. Se aventuró por senderos nuevos, adelantándose medio siglo al Concilio Vaticano II que dispuso que de “entre los maravillosos inventos de la técnica que el ingenio humano, principalmente en estos días, extrajo de las cosas creadas con la ayuda de Dios, la Madre Iglesia acoge y fomentan aquellos que miran principalmente al espíritu humano y han abierto nuevos caminos para comunicar facilísimamente noticias, ideas y órdenes. Entre tales instrumentos sobresalen aquellos que por su naturaleza no sólo pueden llegar a cada uno de los hombres, sino a las multitudes y a toda la sociedad humana, como la prensa, el cine, la radio, la televisión y otros que, por ello mismo, pueden llamarse con toda razón medios de comunicación social”. Los medios son así instrumentos para la salvación de los hombres.

Para Alberione en un principio no fue nada fácil trabajar con los medios de comunicación, pues comenzó este apostolado en medio de grandes dificultades y oposiciones, ya que muchos los consideraban “peligrosos”. Se les pensaba como aquellos que rompían con los paradigmas tradicionales de la predicación oral.

Sin embargo no bastaba poseer los medios, sino además hacía falta tener la preparación adecuada para poder utilizarlos al servicio del Evangelio y poder “discernir los signos de los tiempos”, y poder de veras hablar a los hombres de hoy con los medios de hoy acerca de Dios y su manifestación en el mundo.

Alberione es pues el apóstol incansable y lleno de celo por el Evangelio, dispuesto a superar todos los obstáculos con tal de que el hombre no se pierda. Es el hombre de acción que no se detiene frente a los problemas surgidos, sino que busca nuevas formas, nuevos proyectos. Es el hombre lleno de Dios, de oración y meditación.

Su vida espiritual gira en torno a Jesús Maestro, Camino, Verdad y Vida, san Pablo Apóstol y María Reina de los Apóstoles. Fue ante Jesús Eucaristía que percibió la luz de salvar al hombre moderno, del Sagrario alimentó su celo por las almas, de Él tomó el valor para lanzarse a los nuevos retos.

Para Santiago la oración es vida de todo, está sobre todo, al punto de decir “maldito el apostolado si falta la oración”. La primera obligación para Alberione era estar en línea con Dios, todo lo demás se daría por añadidura. Primero está el vivir a Cristo, para después darlo.

Sin duda alguna podemos decir que Santiago Alberione vivió una vida de santidad, pues toda ella estuvo orientada hacia Dios y hacia la salvación de los hombres. Su aportación más importante para la Iglesia fue el haber comenzado a utilizar los medios de comunicación social para la evangelización.

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