lunes, 25 de abril de 2016

Beato P. Andrés Solá Molist C.M.F. Mártir



Sacerdote profeso de la Congregación de misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen María (Claretianos). Nació el 7 de Octubre de 1895 en Taradell, de la provincia de Barcelona España, Diócesis de Vich.
Sus padres se llamaban Buenaventura Solá Comas y Antonia Molist Benet. Los Solá Molist tuvieron once hijos, Andrés fue el tercero.
Andrés asistió a la escuela primaria de Sentforas, a medio kilómetro de las tierras de El Clard que cultivaban y donde vivían sus padres. Su familia fue sencilla, de profundas raíces religiosas. La Cataluña rural de su tiempo estaba regulada por la vida del año cristiano. Las familias vivían fuertemente los lazos de la tradición cristiana. Abundaban las vocaciones sacerdotales y religiosas, a pesar de las continuas leyes y medidas anticlericales características de la España liberal del siglo XIX con restricciones, desamortizaciones y cierres de seminarios, casas religiosas e incautación de los bienes de la Iglesia y de sus instituciones.
Durante la predicación de un misionero claretiano a Andrés y a su hermano Santiago les llamó la atención aquel misionero. Ambos ingresaron en el seminario que los claretianos tienen en Vich. Primero entró Santiago en 1908. Al año siguiente lo siguió Andrés. Se destacó en obtener las máxima notas en conducta, y progresivamente, fue avanzando en los estudios hasta conseguir calificaciones también máximas.
Terminada la preparatoria, André fue acogido en el noviciado el 14 de agosto de 1913. Al siguiente año hizo sus primeros votos y la profesión perpetua o definitiva el 15 de agosto de 1917. Fue ordenado Sacerdote el año de 1922 y enviado a México como misionero.
De la personalidad del padre Solá podemos decir que era un hombre ordenado, fervoroso, modesto, devoto del Santísimo Corazón de María, sencillo, observante de cuanto se pedía de un religioso. Pero, los que lo conocieron, también lo recuerdan como una persona de carácter fuerte, recio, adusto, en ocasiones regañaba, sin embargo, dejaba entrever cierto espíritu de nobleza y ternura muy íntima en sus sentimientos; sensible y compasivo; generoso, aún a costa de sacrificios.
El P. Solá llegó a la Ciudad de México el 28 de agosto de 1923. Ejerció el ministerio en el seminario menor claretiano de Toluca y como predicador. Fue enviado a León en 1924, con el cargo específico de predicador. Por breve tiempo fue como misionero al pueblo de Axtla en San Luis Potosí, como encargado de aquella parroquia.
De vuelta a León en el año de 1925, cuando las leyes del gobierno sólo permitirían ejercer el ministerio a sacerdotes mexicanos, él decidió ejercer ocultamente su apostolado en casas de amigos. No quiso retirarse de México mientras pudiera ejercer fielmente el ministerio que sus superiores le habían encomendado, pues no debía dejar sin pastor a su grey.
El 31 julio de 1926, como medida de protesta ante las injustas y persecutorias leyes del gobierno, que atentaban contra derechos inviolables de los mexicanos, los Obispos de México decidieron, como extrema medida de protesta, suspender el culto público. Por su parte, el gobierno hizo valer las leyes y persiguió a sacerdotes, religioso y líderes católicos, ello llevó a la mayoría de los sacerdotes, a esconderse en casas, montes, cuevas, etc., para seguir ayudando espiritualmente a los fieles.
El P. Andrés Solá y el P. José Trinidad Rangel, se encontraban escondidos en casa de las señoritas Josefa Alba y su sobrina Jovita. Allí, habían dispuesto un lugar que hiciera las veces de oratorio en donde podía celebrar la misa, hacer oración y confesar a las personas. Diariamente asistía a misa un señor  llamado Leonardo Pérez Larios, fervoroso cristiano que hacía las veces de sacristán.
Después de dos años de ministerio, en León, el P. Andrés fue capturado y apresado el domingo 24 de abril de 1927, después de organizar una Hora Santa en la casa de las Alba. Los agentes de policía entraron a la casa, al verlo no pensaron que fuera sacerdote, sólo cuando revisaron su dormitorio y encontraron la fotografía en la que él daba la primera comunión a una niña se dieron cuenta que aquel hombre era sacerdote. Lo interrogaron y él no negó ser sacerdote. Fue conducido, junto con las dos Sritas. Alba y el Sr. Pérez Larios a la comandancia militar.
Fue atormentado por los militares, y trasladado al rancho de San Joaquín cerca de Lagos de Moreno, Jalisco, en compañía del P. José Trinidad Rangel y del señor Leonardo Pérez Larios. Aquel 25 de abril de 1927, sin juicio alguno, fueron asesinados. Cristo Rey les concedía la palma del martirio.

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