viernes, 21 de octubre de 2016

El Santo Evangelio del Día viernes 21 Octubre 2016


Dios habla aquí y ahora.
Lucas 12, 54-59. Viernes XXIX tiempo ordinario. Ciclo C, Los signos de los tiempos






En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, hoy quiero escuchar tu palabra que me quiere decir algo muy importante. Quiero hacer silencio a todo lo que me inquieta. Quiero dejar a un lado lo que yo quiero para escuchar tu voluntad. Así como tu madre, la Virgen María, supo escuchar y cumplir con perseverancia tu voluntad, así quiero hacerlo. A veces no es fácil, pero sé que lo que Tú quieres para mí es lo que más me conviene. Por eso te pido, Jesús, que me ilumines en este rato de oración para encontrar tu voluntad y que me des la fuerza para cumplirla hasta el final. 
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 12, 54-59
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “Cuando ustedes ven que una nube se va levantando por el poniente, enseguida dicen que va a llover, y en efecto, llueve. Cuando el viento sopla del sur, dicen que hará calor, y así sucede. ¡Hipócritas! Si saben interpretar el aspecto que tienen el cielo y la tierra, ¿por qué no interpretan entonces los signos del tiempo presente? ¿Por qué, pues, no juzgan por ustedes mismos lo que les conviene hacer ahora?
Cuando vayas con tu adversario a presentarte ante la autoridad, haz todo lo posible por llegar a un acuerdo con él en el camino, para que no te lleve ante el juez, el juez te entregue a la policía, y la policía te meta en la cárcel. Yo te aseguro que no saldrás de ahí hasta que pagues el último centavo”. 
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Muchas veces vamos de aquí para allá haciendo cosas. Tenemos tantas ocupaciones que puede pasar que nos olvidamos de Dios. Es decir, olvidamos escucharlo. Sí, tenemos muchas ideas hermosas de Dios, pero a lo largo del día seguimos nuestros planes y no sabemos ver la mano de Dios en cada acontecimiento. O puede pasar que nos demos cuenta de lo que nos pide el Señor en un determinado momento, pero, tal vez, no le damos mucha importancia. O simplemente miramos a otro lado porque sabemos que eso que tenemos que hacer es muy difícil.
¿Qué pasa cuando mis planes se rompen? Podemos pensar, por ejemplo, cuando llega un pobre y nos pide dinero, cuántas veces podemos pasar de largo porque hay prisa y no tengo tiempo para el otro. O simplemente le doy una moneda, pero en el fondo no me interesa. ¿Qué pasa por mi mente cuando llego de trabajar y los hijos quieren que haga la tarea con ellos? Tal vez no tengo ganas de ver un problema de matemáticas o de hacer un análisis de un texto, pero ¿sé dejar a un lado mis gustos, para ayudar? Cuando hay algún familiar en el hospital y me piden ir a visitarlo, ¿sé darle un poco de mi tiempo?
En todos estos acontecimientos el Señor nos habla. Nos pide algo. Sin duda para la virgen María, estando embarazada, no fue fácil el viaje a Belén, pero supo ver más allá. Pudo haber criticado a Herodes, pero su actitud estuvo marcada por la fe humilde y pronta. No se quedó en el capricho de un rey sino que vio la mano de Dios en ese rey. Cuando supo que su prima Isabel estaba embarazada no dudó ni por un momento en ir a ayudarla. La vida de la Virgen María estuvo marcada por la escucha atenta de lo que Dios le iba diciendo por medio de los acontecimientos. No espero a que el ángel se le apareciese de nuevo a decirle qué era lo que tenía que hacer sino que supo vivir en la sencillez descubriendo la voz de Dios en cada acontecimiento.
El Señor, tal vez, no se nos aparecerá, pero sí nos hablará constantemente en la enfermedad propia o de un familiar, en el hambre de un pobre… En cada acontecimiento.
“Un cristiano sin memoria no es un verdadero cristiano: es un cristiano a mitad de camino, es un hombre o una mujer prisionero del momento, que no sabe tomar en consideración su historia, no sabe leerla y vivirla como historia de salvación. En cambio, con la ayuda del Espíritu Santo, podemos interpretar las inspiraciones interiores y los acontecimientos de la vida a la luz de las palabras de Jesús. Y así crece en nosotros la sabiduría de la memoria, la sabiduría del corazón, que es un don del Espíritu. Que el Espíritu Santo reavive en todos nosotros la memoria cristiana”.
 (Homilía de S.S. Francisco, 9 de junio de 2014).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy no diré  “no” a nadie. Si no tengo mucho tiempo, diré con mucha amabilidad que tengo que irme, pero si tengo tiempo lo daré con generosidad a los demás. Recibiré a los demás con una sonrisa y si alguien me hace enfadar me controlaré antes de responder con un gesto de enfado o con una mala palabra. Pensaré que Tú vives en mi prójimo, por más desagradable que me parezca, y lo serviré como lo haría contigo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Viernes de la vigésima novena semana del tiempo ordinario

San Malco de Maronea
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Leer el comentario del Evangelio por
San Juan Pablo II : Saber juzgar los signos de los tiempos

San Pablo a los Efesios 4,1-6.

Hermanos:
Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido.
Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente por amor.
Traten de conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz.
Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida.
hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo.
Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos.

Salmo 24(23),1-2.3-4ab.5-6.

Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,
el mundo y todos sus habitantes,
porque El la fundó sobre los mares,
Él la afirmó sobre las corrientes del océano.

¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor
y permanecer en su recinto sagrado?
El que tiene las manos limpias
y puro el corazón;

él recibirá la bendición del Señor,
la recompensa de Dios, su Salvador.
Así son los que buscan al Señor,
los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.




Lucas 12,54-59.

Jesús dijo a la multitud:
"Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede.
Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede.
¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente?
¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?
Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo."


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Juan Pablo II (1920-2005), papa
Carta apostólica Novo millenio ineunte, 6-01-2001, § 55-56

Saber juzgar los signos de los tiempos


En un contexto de pluralismo cultural y religioso remarcable, tal como se prevé en la sociedad del nuevo milenio, es importante el diálogo interreligioso para asegurar las condiciones de paz y alejar el espectro espantoso de las guerras de religión que han ensangrentado tantos períodos de la historia humana. El nombre del Dios único debe llegar a ser cada vez más eso que es, un nombre de paz y un imperativo de paz.

Pero este diálogo no se puede fundar sobre el indiferentismo religioso, y los cristianos tenemos el deber de desarrollarlo ofreciendo el testimonio lleno de esperanza que poseemos (1P 3,15)… Pero nuestro deber misionero de anunciar a Cristo no nos impide entrar en el diálogo con el corazón profundamente abierto a la escucha. En efecto, sabemos que frente al misterio de la gracia, infinitamente rico en dimensiones e implicaciones para la vida y la historia del hombre, la Iglesia misma no acabará nunca de profundizar en su búsqueda, apoyándose en la asistencia del Paráclito, el Espíritu de la verdad (Jn 14,17) que ha de conducirla, precisamente, a la plenitud de la verdad (Jn 16,3).

Este principio está en la base, no sólo de la inagotable profundización teológica de la verdad cristiana, sino también del diálogo cristiano con las filosofías, las culturas, las religiones. A menudo, el Espíritu de Dios, que “sopla donde quiere” (Jn 3,8), suscita en la experiencia humana universal, a pesar de las numerosas contradicciones de ésta última, signos de su presencia que ayudan a los mismos discípulos de Cristo a comprender de manera más profunda el mensaje del que son portadores. ¿No es, acaso, con esta actitud de apertura humilde y confiada que el Concilio Vaticano II se comprometió a “leer los signos de los tiempos”? (Gaudium et spes, §4). Entregándose cuidadosamente a un discernimiento atento para recoger los “signos verdaderos de la presencia o del designio de Dios” (§11), la Iglesia reconoce que, no solamente ha dado, sino que “ha recibido de la historia y de la evolución del género humano” (§44). También el Concilio invita a adoptar, en la relación con las demás religiones, esta actitud de apertura y, al mismo tiempo, de discernimiento atento.

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