miércoles, 23 de noviembre de 2016

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 23 DE NOVIEMBRE



LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Noviembre 23



Cuando el terreno ya se halla preparado, se esparce la semilla, se entierra y se la deja pudrir en el seno de la madre tierra.
Alguno podría preguntar: ¿por qué no aprovechar ese grano en vez de hacerlo pudrir en la tierra?
Pero es que solamente así, pudriéndose, podrá germinar, fecundarse, multiplicarse, convertirse en nueva y mejor vida: la vida de la espiga, la plenitud de nuevos granos.
El dolor, lejos de destrozar al hombre, de destruirlo, puede purificarlo y disponerlo para una transformación. Lo que el hombre es y vale no se deprecia con el dolor, más bien se aquilata.
Precisamente los santos, esos crucifijos de carne, vieron a Dios y vivieron a Dios cuando sus ojos quedaron purificados por las lágrimas. Es que el dolor nos hace desprender de las escorias y purifica el oro de nuestro corazón.
La cruz no deforma, transforma; no oscurece, ilumina; no hace estoicos, talla santos. A condición de que se le dé su sentido redentor.
“La Iglesia rinde culto a los santos y venera sus imágenes y sus reliquias auténticas. Las fiestas de los santos proclaman las maravillas de Cristo en sus servidores y proponen ejemplos oportunos a la imitación de los fieles” (SC 11). Los santos se han hecho santos y no nacieron tales; tú no has nacido santo: puedes llegar a serlo.

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