lunes, 26 de diciembre de 2016

El Santo Evangelio del Día lunes 26 Diciembre 2016


La respuesta está en Cristo
Mateo 10, 17-22. Fiesta San Esteban. Ciclo A. No se preocupen por lo que van a decir




En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Estoy aquí Jesús, quiero conocerte más, quiero amarte más, tengo necesidad de Ti pero no sé cómo acercarme. Enséñame a orar, enséñame a amarte, toma mi pequeñez y mi miseria y hazme un nuevo ser.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Mateo 10, 17-22
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “Cuídense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los entreguen, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque, en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes.
El hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre, a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin se salvará”.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
«No serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes».
Cada día se nos presentan problemas o situaciones en las cuales sabemos con certeza que la solución estaría en meter a Cristo. Es decir, algún problema familiar en el cual no se encuentra la solución, alguna enfermedad, alguna crisis existencial, etc.
Sabemos que la respuesta está en Cristo porque nosotros lo hemos experimentado en carne propia. Pero aunque lo sabemos no nos animamos a hablar de Él. ¿Qué pensarán?, ¿qué dirán?, ¿cómo se los digo?
Nuestra vida como creyentes, para que en verdad sea coherente y plena, tiene que tener como guía al Espíritu Santo. Sí, no podemos llevar esta vida tan globalizada, estresante y alejada de Dios, sin la ayuda del mismo Dios, en la persona del Espíritu Santo.
Él nos guiará por el camino, Él abrirá las puertas, Él nos conducirá por el camino que el Señor tiene preparado para nosotros. No podemos pretender ir contra corriente solos, porque la corriente terminará arrastrándonos. Necesitamos de su fuerza, y si nos sentimos débiles y que no podemos es buena señal, pues es el momento de reconocernos necesitados de Dios.
Ayúdanos, Santo Espíritu, a tener una verdadera relación de amistad contigo. Que en los momentos de tomar decisiones serias, te sepamos consultar y así logremos descubrir la voluntad de Dios en lo concreto y cotidiano de nuestra vida. Que seas Tú nuestro compañero y guía. Que en el silencio de la oración sepamos escuchar tu voz. Que seas Tú mismo quien viva en nosotros y ame a los demás.
«Hoy se experimenta a menudo una «desertificación espiritual». Especialmente allí donde se vive como si Dios no existiera, nuestras comunidades cristianas están llamadas a ser “cántaros” que apagan la sed con la esperanza, presencias capaces de inspirar fraternidad, encuentro, solidaridad, amor genuino y desinteresado; han de acoger y avivar la gracia de Dios, para no encerrarse en sí mismos y abrirse a la misión. No se puede, en efecto, comunicar la fe viviéndola de manera aislada o en grupos cerrados y separados, en una especie de falsa autonomía y de inmanentismo comunitario. Así no se da respuesta a la sed de Dios que nos interroga y que está presente también en tantas formas nuevas de religiosidad.»
 (Discurso de S.S. Francisco, 10 de junio de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Preguntarme al menos una vez al día, que me está pidiendo Dios a través del Espíritu Santo en lo concreto de la jornada de mi día.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.



Santa Vicenta María López y Vicuña
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Leer el comentario del Evangelio por
San Fulgencio de Ruspe : «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.» (Jn 13,35)

Hechos 6,8-10.7,54-59.

Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y signos en el pueblo.
Algunos miembros de la sinagoga llamada "de los Libertos", como también otros, originarios de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia, se presentaron para discutir con él.
Pero como no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu que se manifestaba en su palabra,
Al oír esto, se enfurecieron y rechinaban los dientes contra él.
Esteban, lleno del Espíritu Santo y con los ojos fijos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios.
Entonces exclamó: "Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios".
Ellos comenzaron a vociferar y, tapándose los oídos, se precipitaron sobre él como un solo hombre;
y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon. Los testigos se quitaron los mantos, confiándolos a un joven llamado Saulo.
Mientras lo apedreaban, Esteban oraba, diciendo: "Señor Jesús, recibe mi espíritu".

Salmo 31(30),3cd-4.6.8ab.16bc.17.

Sé para mí una roca protectora,
un baluarte donde me encuentre a salvo,
porque tú eres mi Roca y mi baluarte:
por tu Nombre, guíame y condúceme.

Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
¡Tu amor será mi gozo y mi alegría!
Cuando tú viste mi aflicción

Líbrame del poder de mis enemigos
y de aquellos que me persiguen.
Que brille tu rostro sobre tu servidor,
sálvame por tu misericordia.



Mateo 10,17-22.

Jesús dijo a sus apóstoles:
Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas.
A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos.
Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento,
porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.
El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir.
Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Fulgencio de Ruspe (467-532), obispo en África del Norte
Sermón 3, para la fiesta de san Esteban

«En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.» (Jn 13,35)


     La misma caridad que hizo bajar a Cristo del cielo a la tierra, ha levantado a Esteban de la tierra al cielo. El amor, que precedió en el Rey, ha brillado a continuación en el soldado...

Allí donde precedió Esteban, martirizado por las piedras de Pablo, lo ha seguido éste, ayudado por las oraciones de Esteban. ¡Oh vida verdadera, hermanos míos, en la que Pablo no queda confundido de la muerte de Esteban, en la que Esteban se alegra de la compañía de Pablo, porque ambos participan de la misma caridad! El amor en Esteban triunfó de la crueldad de los judíos, y en Pablo «la caridad cubrió la multitud de sus pecados» (1P 4,8). En ambos fue el amor respectivo el que los hizo dignos de poseer el Reino de los cielos.

El amor es la fuente y el origen de todos los bienes, egregia protección, camino que conduce al cielo. El que camina en la caridad no puede temer ni errar. Ella dirige, protege, encamina. Por ello, hermanos, ya que Cristo construyó una escalera de caridad por la que todo cristiano puede ascender al cielo, guardad fielmente la pura caridad, ejercitadla mutuamente unos con otros y, progresando en ella, alcanzad la perfección.

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