miércoles, 22 de marzo de 2017

Papa Francisco: Cristo es el hermano fuerte que se preocupa por nosotros


El Papa Francisco saluda a los fieles congregados en la Plaza de San Pedro durante la Audiencia General. Foto: Lucía Ballester


VATICANO, 22 Mar. 17 / 05:25 am (ACI).- El Papa Francisco afirmó que los fuertes deben proteger a los débiles siguiendo el ejemplo de Cristo, que es “el hermano fuerte que se preocupa por cada uno de nosotros”.
En la catequesis de la Audiencia General del miércoles, el Santo Padre continuó desgranando las cartas de San Pablo en las cuales el Apóstol explica en qué consiste la esperanza cristiana.

Francisco reflexionó sobre las palabras del Apóstol cuando dice que “nosotros, que somos fuertes, tenemos el deber de llevar la enfermedad de los débiles, sin preocuparnos por nosotros mismos”.
“Esta expresión, ‘nosotros que somos fuertes’ –explicó el Pontífice–, puede parecer presuntuosa, pero en la lógica del Evangelio sabemos que no es así. Es justo lo contrario, porque nuestra fuerza no viene de nosotros, sino del Señor”.
“Quien experimenta en la propia vida el amor fiel de Dios y su consuelo, está más bien obligado a permanecer cerca de los hermanos más débiles y a hacerse cargo de su fragilidad. Y debe hacerlo sin satisfacción de sí mismo, más bien sintiéndose simplemente como un canal que transmite el don del Señor; y así se convierte en un sembrador de esperanza”.
Francisco señaló que “si permanecemos cercanos al Señor tendremos la necesaria fortaleza para permanecer cercanos a los más débiles, a los más necesitados, y consolarles y darles fuerza. Y con esa fuerza, Dios nos pide ser sembradores de esperanza”.
Sin embargo, el Obispo de Roma negó que San Pablo esté hablando de “cristianos de primera” y “cristianos de segunda”.
“El fruto de este estilo de vida no es una comunidad en la que algunos sean de ‘serie A’, esto es, los fuertes, y otros de ‘serie B’, es decir, los débiles”. De hecho, Francisco recordó que, “también el ‘fuerte’ se encontrará, antes o después, en una situación de fragilidad, y necesitará el consuelo de los otros; y viceversa, en la debilidad se puede siempre ofrecer una sonrisa o una mano tendida al hermano en dificultad”.
“Todo esto es posible si se pone en el centro a Cristo y su Palabra. Porque Él es el fuerte, Él es el que te da la fortaleza, la paciencia, la esperanza, el consuelo. Él es el hermano fuerte que se preocupa por cada uno de nosotros”.
“Perseverancia” y “consuelo” son los dos puntos centrales del fragmento de la Carta de San Pablo a los Romanos. “¿Cuál es su significado más profundo, más verdadero? ¿Y en qué modo alumbran la realidad de la esperanza?”, se preguntó.
“Podemos definir la perseverancia como la paciencia: es la capacidad de soportar, de permanecer fieles, incluso cuando el peso que debemos soportar parece demasiado grande, insostenible, y estamos tentados de juzgar negativamente y de abandonar todo y a todos”.
“El consuelo, por otro lado, es la gracia de saber tomar y mostrar en cada situación, incluso en aquellas más marcadas por la desilusión y el sufrimiento, la presencia y la acción compasiva de Dios”.
En este sentido, “San Pablo nos recuerda que la perseverancia y el consuelo se nos transmiten de forma especial en la Escritura, en la Biblia. De hecho, la Palabra de Dios, en primer lugar, nos lleva a querer la mirada de Jesús, a conocer mejor a Jesús y a recibirle, a parecernos siempre más a Él”.
“En segundo lugar, la Palabra nos revela que el Señor es de verdad ‘el Dios de la perseverancia y del consuelo’, que permanece siempre fiel a su amor por nosotros y que se preocupa por nosotros, recubriendo nuestras heridas con la caricia de su bondad y de su misericordia”.
“Dios no se cansa de amarnos. Es perseverante. Siempre nos ama. Nos consuela. No se cansa de consolarlos”, concluyó.

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